martes, 22 de junio de 2010

Un Día más con las Relaciones.

La semana pasada, estuve hablando sobre el “Acuerdo de Cotonú”, y la necesidad de información sobre lo que se está realizando en el campo de la cooperación internacional. Soy de los que opinan que no se puede querer algo que no se conoce; de hecho, el desconocimiento nos conduce a tener prejuicios, a tener miedo. Algo que sirve para la cohesión de los pueblos, tanto a nivel nacional, como a nivel internacional.

Utilizando términos empresariales que podemos aplicar a Asociaciones y ONGs (por los proyectos que cada uno de nosotros puede tener, o por la influencia de esos proyectos sobre nosotros), nuestra visión sobre ellas, es que el mero hecho de comunicar significa que existen. Para muchos de sus representantes, comunicarse con su público significa atender el teléfono, enviar mensajes, insertar sus anuncios en los medios de comunicación. Sin embargo, todo eso no significa comunicar, sino transmitir sus mensajes. De hecho, si nos damos cuenta, se trata de enviar mensajes en un solo sentido; sin muchas veces tener la respuesta del destinatario. Desgraciadamente, en algunos casos, todas estas artimañas se utilizan para hacer creer que se atiende a todo el mundo de manera democrática. Una manera democrática que solo tiene una definición resumida en los siguientes términos: “te dejamos opinar, incluso te escuchamos y recogemos tus opiniones; pero las decisiones, las tomamos nosotros”.

Existe entonces una gran diferencia entre la información y la comunicación. Se informa trasmitiendo la información en un sentido, mientras en la comunicación, se contempla un destinatario del mensaje que tiene que enviar su respuesta. Sin la respuesta del destinatario, no podemos hablar de comunicación; pero tampoco hablamos de comunicación si no se toma en cuenta la opinión del destinatario.

La realidad vivida hasta ahora demuestra que no parecen útiles las decisiones a favor de la comunicación. La comunicación persigue una conversación con los destinatarios de los mensajes, conocer la utilidad de los mensajes, mejorar las decisiones para la satisfacción de todos.

Esta situación ya es conocida y admitida desde las ciencias sociales y diplomáticas donde se piensa en un verdadero cambio de las relaciones. En nuestras relaciones sociales nos permite un entendimiento, una empatía con el “otro” que seguramente dejará de ser alguien del que se tiene miedo. De la misma manera, en las relaciones internacionales, permitirá un mejor respeto entre países respetando la dignidad de cada pueblo (grande o pequeño). Un sueño, que debido al optimismo que nos caracteriza es realizable.

Pero para llegar a ello, es imprescindible una concienciación a nivel individual. Que cada uno sepa que puede contribuir al desarrollo humano, que es fácil ser héroe para alcanzar este objetivo. Solo falta difundir las grandes obras realizadas por el hombre, para que comprendamos que en cada uno de los seres humanos, hay un héroe: los considerados héroes hoy, hacían solo lo que podían hacer un ser humano. Por eso, es de ley reconocer que hace tiempo que se viene tomando conciencia tanto a nivel social como en las relaciones internacionales, que es tiempo de actuar. Así por ejemplo, se ha venido haciendo un juego de palabras con la denominación del grupo U2, pronunciandoyou too” (“tú también” en inglés), para decir que cada uno es capaz de contribuir al cambio. Más divulgación de las realizaciones, inspiraría a muchos.
Es que en realidad, el hombre es capaz de todo. Por ello, debe utilizar su genio para algo útil para la sociedad, dejando atrás su egoísmo.

En el siglo XXI, es tiempo de encontrar el justo intermedio que existe entre las ciencias de las que hacemos gala, para fines benéficos de la actual sociedad. Imaginar no puede ser el único objetivo, porque aprender sin pensar, es aprender sin comprender. Como lo ha confirmado desde tiempos muy tempranos el francés Rabelais: “ciencia sin conciencia es ruina del alma”.