Las bromas tienen su límite
Hoy (12
de marzo de 2015), entre las noticias procedentes del otro lado del Atlántico,
aparece la siguiente: “Despiden a Rodner
Figueroa por comentarios racistas”. ¿Y quién es Rodner Figueroa? Me he
preguntado, como muchas personas estarán haciendo ahora.
De esa
manera, reconozco mi ignorancia, ya que se trata de un personaje famoso, de
esos que garantizan la audiencia televisiva, al punto de ser uno de los más consentidos.
Pero a pesar de todo, Rodner Figueroa fue despedido por la Cadena Univisión,
por la que trabajaba, pero específicamente en el programa “El Gordo y la Flaca”.
Al parecer,
al ser un personaje famoso (el “fashionista”) del mundo hispano en Estados, él criticaba
y bromeaba sobre todo, se creía el más autorizado para dar consejos sobre la
elegancia basada, en la apariencia física de las personas; quizá, considerándose
el número uno de los perfectos. ¡Hasta que se le ocurrió comparar a Michelle
Obama con los personajes de la película “El planeta de los simios”.
Por eso,
sin darle ninguna oportunidad para explicarse, aunque sea para decir que lo habían
malinterpretado (como suelen decir en esos casos) lo han despedido, con el
argumento de que: “En Univisión no hay espacio para comentarios racistas”. No lo
han dejado pedir disculpas. Se trata de una decisión ejemplarizante, porque en
pleno siglo XXI, no se debería admitir algunos comportamientos, y/o tópicos del
pasado, como esos sobre la “elegancia” a la que suele referirse el señor Figueroa,
que parece no hubiera conocido ningún tipo de evolución; o como si él solo
detuviera los códigos de la elegancia. Unos códigos que tiene que otorgar a quién
se le apetece, y según el color de su
piel.
Claro
que la decisión ha sorprendido a muchos de sus seguidores a los que de lo
contrario, sería otra anécdota más para entretenerse; otra broma más.de las que
suelen escucharse, si sólo afectan a personas indefensas: personas que después
de las burlas, pueden ser tildadas también de bordes, de poco sociables (y
otras cosas más), por no saber aguantar las bromas. Pero lo cierto es que ese
tipo de bromas ya no hacen ni una pizca de gracia.
Algunas
de esas personas están tan acostumbradas con ese tipo de bromas, a tal punto
que saben que “con una disculpa pública”, todo estaría solucionado. Hubiera sido
posible solucionarlo todo, pero es posible también que otro personaje famoso repita
lo mismo en el futuro, debido a lo fácil que resulta llegar a acuerdos en esos
casos; debido a la impunidad.
Quizás
al señor Figueroa no lo hubieran despedido, si la afectada no hubiera sido
Michelle Obama, y él hubiera seguido creyendo en esa posibilidad del doble
rasero que representa la libertad de expresión. Ahora, lo sabe: algunas bromas se
clasifican como “libertad de expresión”, y quedan impunes, pero otras se
consideran como una “falta de respeto”, o un “error grave”.
Por eso, las bromas
tienen su límite.
https://youtu.be/2uNTpHjdybM