jueves, 21 de junio de 2018

Hacer una América Grande, o ¿hacerla más pequeña?


Hacer una América Grande, o ¿hacerla más pequeña?



Autor: Souradjou ALI, Doctor por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
Los grandes medios de comunicación, entre ellos la BBC Mundo[1], han difundido los gritos desgarradores de unos niños enjaulados y separados de sus padres en una instalación de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Esos mismos medios que nos han venido convenciendo hasta la saciedad que Estados Unidos no sólo era un país de inmigrantes, sino de oportunidades, haciendo hincapié y contribuyendo de esa manera en la creencia del sueño americano.
Si es difícil admitir esos tratos en un país que se autoproclama juez de los demás países, es aún increíble escuchar otras voces desautorizando esos llantos; llamando a no creer en los gritos de esos niños, y seguir haciendo lo que piden los contribuyentes. De esa manera, no sólo quieren validar las barbaridades de una minoría gobernante, sino que quieren comprometer a la ciudadanía americana, sosteniendo que no se trata de un  campo de detención, sino más bien un “campamento de verano”. Un insulto para los padres que al no disponer de medios, deben entregarles sus hijos a las autoridades.
Cuando todavía no salimos del asombro, creyendo que esa situación no iba a más, surgen entonces las justificaciones para defender lo indefendible, llegando a amenazar de retirarse de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cuando pensamos salir de un hecho repugnante, entramos en una ridiculez que intenta defender lo mal hecho. Un  comportamiento vergonzoso e indignante, que cualquiera con un mínimo sentimiento debe rechazar.
En esos momentos, cuando se desarrolla el campeonato mundial de futbol en Rusia, es oportuno recordar a ese niño de nuestra infancia que se enfadaba cuando perdía, y amenazaba con llevarse su balón. Había que seguir jugando sólo cuando el propietario del balón ganaba y se sentía feliz; cuando lo contrario ocurría (cuando perdía), surgía la urgencia de parar el juego. El gobierno de Estados Unidos actúa de esa manera, aunque en algunos casos ni aquel famoso niño se atrevía a demostrar tanta pataleta. A veces anunciaba que sus padres lo necesitaban en casa, que justamente se acordaba de que tenía que hacer algo, que entonces tenía que llevarse “su balón”. Nada, como sabía que le hacía la compañía de otros, en ocasiones, trataba de esconder su enfado.
Con el señor Trump a la presidencia, el gobierno de Estados Unidos ha venido amenazando y retirándose de todos los organismos internacionales, cuando se ha dado cuenta que no puede seguir actuando de manera unilateral, que no puede seguir ganando en unos organismos que (cuando estaban dispuestos a cumplir sus ordenes) consideraban democráticos y defensores de los derechos de todos; aunque en realidad, no todo el mundo creía en eso, y más de la mitad prefería el seguidismo. 
La lista de los enfados y amenazas de abandono de los organismos internacionales de parte de los Estados Unidos ya se está alargando, basándose en diversos pretextos, cuando están afectados sus intereses o los de sus aliados, principalmente Israel. De hecho, la razón por la que Estados Unidos decidió retirarse de la UNESCO se relacionaba por una presunta “tendencia anti-Israel”[2]; pero también anunció que se retiraba del Acuerdo de París, se ha retirado del Acuerdo Nuclear con Irán, y siguen  ahí, sus amenazas contra los demás miembros de la OTAN o de la OMC, donde quiere seguir mandando de manera absoluta. En muchos de los casos, Estados Unidos se autoproclama el país que más aporta (con o sin razón) al mantenimiento de esos organismos; o sea, menos dueño que el “niño del balón”, pretende que los demás países cumplan sus ordenes, y dejen ganar siempre.
Y lo más reciente es su anuncio de retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, justamente porque un miembro de ese Consejo (antigua Comisión de Derechos Humanos) se atrevió a criticar el maltrato hacia los niños que fueron separados de sus padres. Para esa ocasión, la razón esgrimida ha sido una supuesta “parcialidad crónica”[3] de la ONU hacia Israel. Pero como en todas actuaciones, otro pretexto más para eludir sus responsabilidades; mirar por otro lado para dejar de ver temas que les afectan de lleno.
Así, aprovechó la embajadora  de Estados Unidos ante la ONU (Nikki Haley), para acusar ese organismo de “hipocresía”. Una tragicomedia si no se tratara de un tema tan serio provocado por los mismos que siempre han utilizado el tema de los Derechos Humanos incluso para agredir otros países soberanos. Añadió la embajadora norteamericana que “durante mucho tiempo el Consejo de Derechos Humanos ha sido protector de los violadores de derechos humanos y un sumidero de parcialidad política”, y que “los regímenes más inhumanos continúan escapando al escrutinio”. Lo dice la embajadora de un país que nunca ha tenido que rendir cuenta sobre sus violaciones de los derechos a nivel internacional, como sí han tenido que hacer otros  países, sobre todo de  África, hacia los que se dirigen siempre sus acusaciones de desprecio por los Derechos Humanos. 
Los medios (algunos de ellos) siguen sosteniendo que se trata de un nuevo gesto a favor de Israel, quizás para de esa manera, seguir subestimando la capacidad de la nación más poderosa (Estados Unidos) de vulnerar los derechos humanos, y peor aún los derechos de los niños, de las personas más débiles. Permiten que el país que ha ofendido se muestre en la posición de  ofendido; que ese país, en vez de respectar los derechos, siga exigiendo  sus cumplimientos a los demás países. Y lo que hacen algunos de esos medios, es ponerse firmes delante del presidente Trump, en lugar de exigirle el cumplimiento de las leyes.
Pero si las cosas siguen así, de considerarse los más “grandes y fuertes” y maltratar a los  más “pequeños y vulnerables”, es posible encontrarse al mismo nivel que los demás cuya ayuda se llegaría a necesitar incluso. En vez de hacer una América grande, sus autoridades estarían contribuyendo en hacerla más pequeña, al nivel de aquel niño, dueño del balón de fútbol. Ha llegado entonces el tiempo de denunciar esas actuaciones crueles e inhumanas; de total falta de empatía hacía seres que representan el futuro de cada nación.
Basta que sus compañeros se pongan de acuerdo y empiecen a defender aunque sea su dignidad, comprándose su propio balón, para que el “dueño del balón” vea que necesita también de los demás. Así, el país más grande y más potente, se quedará como el niño “dueño del balón”, sin amigos con quienes jugar y compartir. Estados Unidos, de un  país que siempre quiere aislar y ser el ganador, se encontraría aislado y vencido. Sí, porque aquel niño caprichoso se quedaba sorprendido muchas veces  cuando nos veía jugando con “nuestro balón”, mientras guardaba el suyo bajo el brazo porque ya nadie los necesitaba, ni a él ni su balón.
Puede que sean los pasos previos hacia el empequeñecimiento de América. Y sería el inicio de la decadencia del imperio.