martes, 27 de octubre de 2015

¿Crisis: aceptar o resignarse?



¿Crisis: aceptar o resignarse?
Frente a las distintas situaciones (sobre todo en tiempos de crisis) que afectan nuestras vidas, no es difícil topar con cierta confusión entre lo que es la aceptación y la resignación. Es que mientras la aceptación implica una cierta normalidad y una posibilidad de búsqueda de nuevas vías, la resignación implica la incapacidad, supone tolerar esas situaciones que parecen inevitables.
Nos resignamos, cuando renunciamos desde el principio a buscar soluciones que quizás pueden permitirnos llevar a buen puerto, nuestras cargas, nuestras dificultades.
Mientras, olvidamos que la aceptación nos conduce a enfrentar la realidad, permitiéndonos ver las cosas, los problemas, en las distintas formas en que se nos presenten.
Permítanme que pueda subrayar “las distintas formas”, porque el siguiente ejemplo que quiero tomar se refiere a la mujer. Quisiera de esa manera, no solo homenajear a la mujer, sino también que las distintas formas de crisis se interrelacionan, y afectan a la sociedad en su conjunto, aunque finalmente, todo ocurra a distintos grados. Es mi manera de ver que cuando los temas se abordan desde una perspectiva de género, es posible encontrarles ciertas soluciones a problemas que afectan a la sociedad en su conjunto.
Concretamente, quiero referirme a la francesa Denise Desjardins, considerada como una especialista de la tradición hindú, por haber sido junto a su marido Arnaud Desjardins, discípulos del indio Swami Prajnanpad. Su encuentro ha permitido a Denise Desjardins, comprender que la aceptación constituye un modo de vida que conduce a la serenidad. Pero descartando todo tipo de confusión, ella se encarga de subrayar que “aceptar no significa resignarse”.
Esa afirmación de Denise Desjardins, fue analizada por otra mujer (Isabelle Yhuel), que ha tenido en cuenta otra de sus afirmaciones: “De niña, estaba ya en rebeldía”.
Isabelle Yhuel a su vez, es una periodista que ha colaborado en temas de psicología, en la revista Psychologies Magazine. Pero debido a su compromiso con las temáticas de las mujeres, ha escrito varios libros relacionados con la sexualidad, las relaciones madre-hija, además de la psicología.
En su análisis sobre la vida de Denise Desjardins, Isabelle Yhuel nos plantea la siguiente disyuntiva: si después de abogar por la aceptación de la existencia, ¿es posible entretener siempre esa relación con la vida?
Y a esa pregunta, Denise Desjardins le contestó rotundamente que no, porque siendo todavía niña, se rebelaba contra: el modo de vida burgués de su familia, sus rituales religiosos (que consideraba sin sentido), su madre (ama de casa que no representaba el modelo que ella pretendía seguir; o como decir lo mismo, “representaba todo lo que ella quería huir”).
Por eso más tarde, cuando le empezó a contar sus dificultades a Swami Prajnanpad, y que cada vez que el maestro le recomendaba la “aceptación”, ella no soportaba esa palabra, a tal punto que un día le dijo a su maestro lo siguiente: “La aceptación es una debilidad, significa una abdicación, una débil resignación, una demisión, un fracaso. Pero encima, la aceptación impide cualquier progreso. Entonces, no me proponga que acepte, ¡nunca lo voy a poder!”.
Y la respuesta del maestro fue la siguiente: “Aceptar me permitiría dejar de estar en conflicto con todo el mundo y conmigo misma, y que mis actitudes negativas no me conducían ni a la serenidad, ni a la felicidad. Añadió también que la aceptación bien comprendida podía ser completamente dinámica”.
Esa explicación le permitió a Denise Desjardins sacar su propia conclusión, reconociendo así, que la aceptación no rima absolutamente con la resignación. Y que en la actualidad, para ella, la resignación obliga a soportar la situación a pesar de ser infeliz.
Pero en todas palabras, ¿dónde está la diferencia entre la aceptación y la resignación? La diferencia está en que:
·        Detrás de la resignación, podemos encontrar un “no” interior, que esconde una manera de posicionarse como víctima.
·        Mientras que detrás de la aceptación, consentimos de manera serena, situaciones contra las que no podemos hacer nada. Por eso al aceptar, decimos que “sí” a la situación que no podemos cambiar en un primer tiempo, pero que posteriormente podemos cambiar, porque forma parte del juego de la existencia.

Por mi parte, “No hay mal que dure cien años; ni cuerpo que lo aguante”. Ese dicho popular ha funcionado para muchos, en otras latitudes. Solo nos queda pedir salud y larga vida. Pero en todo caso, no quedarnos con los brazos cruzados.
https://youtu.be/BiPwCMlghhQ