miércoles, 5 de junio de 2013

Víctimas de más control y menos protección

Sin restarles un poquito de razón, algunas personas (extrajeras ssobre todo) han venido manifestando su rabia después de la agresión y luego la muerte de Ada la mujer nigeriana. Sus argumentos se basan en el doble trato que parecen ofrecerles a la víctima y al victimario. En poco tiempo, hemos podido saber sobre la víctima, de la que se ha dado por hecho que se trataba de una prostituta. Después vinieron otras actuaciones que hacen pensar en un “sometimiento al morbo público”. Basándose en sus experiencias sobre lo que en España se conoce como la protección de la identidad de todo tipo de víctimas (pero sobre todo, las víctima smachistas), critican esas informaciones sobre la víctima a la que después de llamar prostituta, publican su foto, su vida, y casi todos los datos que se han podido obtener sobre ella. Es que en esos casos se trata de recibir las informaciones acudiendo a las fuentes, aunque aquí las fuentes son diversas, y cualquiera que supuestamente conoció a la víctima quiere decir algo sobre ella. Eso, sin saber quizá que pueden perjudicarlas. Es difícil entender esa última parte. Por eso hay que tener mucho cuidado con el trato de esas informaciones, que no cabe duda, fueron recibidas de las amistades de la víctima. Pero es también la prueba de que ella no disponía del respaldo de su familia que quizá tampoco dispone de los medios necesarios para beneficiar de una posible “protección de su identidad”. Y la prueba es que después de su muerte, esas amistades necesitan reunir dinero para poder repatriar su cadáver. Y peor aún, no podrá ser considerada como víctima de violencia machista. Aunque ahora, ya algunos dicen que la víctima fue llevada al local, contra su voluntad. En España, ese tipo de violencia todavía no está tipificada para que por lo menos pueda atenuar el dolor de los familiares. Por no beneficiar del “supuesto” de ser “prostituta”, o dicho de otra forma, por ser consideradas de antemano como “prostitutas”, las víctimas ya no constan en las listas de protección contra la violencia de genero. Es como si fueran varias veces invisibilizadas. Por su parte, sobre el victimario, a pesar de que él mismo ya reconoció haber matado a otra víctima, algunos seguían considerándolo como un “supuesto asesino”. Aunque lo peor no está ahí. Era una persona que siendo tan mediática, no parecía verse afectado por ningún tipo de control, no parecía recibir ninguna molestia; sino, seguía recibiendo el trato de “gran maestro shaolín”,, ganador de un título europeo, etc. Ahora, resulta que todo era mentira. Significa que un potencial asesino andaba libremente, mientas las conocidas como “prostitutas” son perseguidas por las autoridades. Y si son inmigrantes, suelen ser víctimas de más control y menos protección.

lunes, 14 de enero de 2013

Haití, tres años después del terremoto

Una educación cara y mala Las noticias sobre la situación en Haití, como siempre son poco alentadoras. Tres años después del terremoto, la mayoría de las escuelas del país han sido reconstruidas; pero paradójicamente, la mitad de los niños en edad de acudir a esas escuelas no lo pueden hacer. Es innegable que durante todo ese tiempo, Haití ha recibido grandes ayudas a nivel internacional, para reconstruir su sistema educativo. ¿Dónde radica entonces el problema? Las mismas fuentes noticiosas subrayan que Haití es uno de los países donde recibir una educación resulta difícil porque hay que pagar muy caro; el sistema educativo de los haitianos puede considerarse entre los más caros, llegando a consumir casi el 40% de la renta familiar porque en Haití hablar de educación, es hablar de algo privado que hay que se paga, en un 92% del sector privado. A pesar del terremoto, no se ha podido cambiar ese dato estadístico; por eso, con muchas aulas reconstruidas, sólo perdura el temor a nuevos terremotos. Las dificultades se perciben desde la niñez: En las calles de Puerto Príncipe la capital haitiana, se puede encontrar miles de estudiantes con sus bellos uniformes escolares; pero no hay que engañarse otros miles no tienen los medios suficientes para acudir a las escuelas. Las dificultades están percibidas incluso desde la infancia. Las siguientes afirmaciones son de una niña haitiana: “mi mamá es la que paga todo. La escuela cuesta 500 dólares cada año; pero ese dinero resulta muy difícil de pagar para mi mamá: mi papá no nos da nada, y mi mamá no trabaja a veces se pone a llorar cuando no consigue ese dinero para mi escuela; y en esos casos se ve obligada a pedírselo prestado a sus amigas. Luego, le cuesta devolvérselo. Por eso a menudo me quedo en casa, porque mamá no puede pagar ese dinero, o simplemente no tenemos ni para el desayuno. En mi colegio, al no pagar, el director (que se pone en la entrada cada mañana) nos manda a casa. Él conoce muy bien a los que no han pagado, y les manda a casa porque dice que necesita pagar a sus profesores. De regreso a casa, me pongo triste, cuando la gente me pregunta por qué no estoy en la escuela, no me atrevo a decirle la verdad porque me da vergüenza. Entre mis amigos, algunos me dicen que soy pobre porque mi mamá no tiene ni para pagarme los estudios. Me siento tan mal que me pongo a llorar como mi madre. (…) ¡Qué bueno que la escuela fuera gratis! No solo para mí, sino para mucho de nosotros que no la podemos pagar”. Las razones son antiguas, y comprometen el futuro: Las razones fundamentales para una mayor privatización de la educación en Haití son subrayadas por una mujer que tuvo responsabilidades en gobiernos anteriores. Se trata de Michelle Pierre Louis, Primera Ministra 2008-2009, y que actualmente dirige una Fundación. Para ella, las dificultades vienen de lejos ya que desde el siglo XIX, las autoridades no encontraban medios para priorizar, o para establecer un programa de escuela pública. Por eso a partir de 1850 decidieron crear una escuela católica, privada, que fuese capaz de formar las élites. De esa manera, había no solo poca escuela pública, pero además poca demanda de educación, porque la familia prefería enviar a sus hijos hacia otros campos con resultados económicos inmediatos. Debido a la precariedad de la vida, los niños eran los encargados de buscar el agua, la leña: los que principalmente trabajaban en la agricultura. La demanda masiva de educación se produjo a mediados del siglo XX, con el régimen dictatorial de Duvalier, cuando Haití conoció un crecimiento demográfico sin precedente, y con una reducción de la producción agraria; entonces, la demanda hacia la escuela se incrementó. A través de la escuela, cada familia haitiana pensó en su emancipación, en ser libre, en combatir la pobreza y la miseria, planteándole esa posibilidad al Estado. El Estado se vio desbordado ya que no tenía medios para enfrentar esa realidad; así se dejó llevar por la marea de escuelas privadas que aparecían por todas partes; cuando cada casa fue transformada en escuela privada llena de alumnos. De ahí que hoy en día, en cada rincón de la capital Puerto Príncipe, se pueda encontrar carteles con direcciones de escuelas, colegios, etc. Desgraciadamente, en la mayoría de esas escuelas, se puede encontrar todo, menos educación: la gente paga para entrar, pero no aprende lo esencial de lo que se puede considerar que se hace en una escuela. Se ha encontrado un medio para enviar a los niños a la escuela, pero a un coste muy elevado haciendo de Haití el llamado “país más pobre”, pero con el coste de la educación también “más cara”, para las familias “más pobres”, ya que muchas de las escuelas están abiertas solo para ganar dinero, y no para asegurar la educación de los niños. Aunque no se puede generalizar, en muchas de esas escuelas, hay educadores poco alfabetizados. Un ejemplo que ilustra el bajo nivel educativo, lo pone la señora Michelle Pierre Louis que también, enseña en la universidad. Recuerda que es frecuente encontrar estudiantes universitarios con poca capacidad de lectura. Pero lo más sorprende que subraya ella, es el poco control que sigue teniendo el ministerio sobre la educación de los niños. Debido a ese descontrol, es difícil garantizar el futuro de los jóvenes. Por eso, los que son mejor formados (que son pocos) buscan una salida el exterior haciendo de Haití uno de los países con una gran fuga de cerebros.