viernes, 13 de enero de 2012

La historia puede repetirse

Ya aparecen noticias como las que vienen de Rusia, y que alertan que lo siguiente: “la agresión a Siria vendrá desde Turquía". Todo parece indicar que no aprendemos nada del pasado que nos pueda permitir esquivar las desgracias, evitar las guerras (cuando ya suenan sus tambores), donde siempre es fácil entrar, pero difícil de salir. Por otra parte, puede que entendamos ese empecinamiento, si sabemos que los que provocan las guerras siempre creen que están mejor preparados técnicamente, y que los daños en sus filas serán menores, encargándose de vaticinar la peor parte para sus enemigos.
Según las autoridades rusas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y algunos países árabes del Golfo Pérsico están preparando una intervención militar contra Siria, considerando el supuesto éxito de su operación en territorio libio. Pero en ese caso, la intervención saldrá desde Turquía, y lo asegura el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev de esa manera: “Esta vez las principales fuerzas de ataque no serán provistas por Francia, Gran Bretaña e Italia, sino probablemente por la vecina Turquía, que compite con Irán y tiene enormes ambiciones”. Oficialmente, se quiere castigar al gobierno de Siria por la opresión a su pueblo (como fue el caso de Libia), pero en el fondo, lo que se quiere es lograr que ese país dé marcha atrás en su intento de aliarse a Irán (el principal enemigo y “eje del mal” de Estados Unidos e Israel en la zona).
Específicamente, se cree que Estados Unidos y Turquía pretenden definir algunas zonas de exclusión de vuelo, para el entrenamiento y la concentración de rebelde sirios, a la manera del CNT libio. Lo que se pretende entonces, es lograr un control en la zona, no descartando medios bélicos, con el apoyo de otros países deseosos de pertenecer al club de los poderosos, olvidando que tarde o temprano, también pueden salir perjudicados.
Si miramos un poco atrás, la intervención en Afganistán no pudo realizarse sin la ayuda de Paquistán que quería limpiar su imagen exterior, adquiriendo una etiqueta de “país democrático”. Pero nada más contrario a ese deseo es el trato brindado a ese país, de parte de Estados Unidos. Primero, si recordamos al entonces Secretario de Estado Collin Powell, ése dijo en un reportaje que durante las negociaciones, solo se leía el interés por el dinero en la frente de una autoridad paquistaní (nada más vergonzoso, indignante, y hasta de falta de tacto –de diplomacia en su caso-). Seguidamente, el pueblo de Paquistán ha sufrido los efectos negativos de esa agresión, a través de los denominados “daños colaterales”, con la pérdida de vidas humanas. Finalmente, se puede afirmar que Paquistán no pudo beneficiar de la confianza de Estados Unidos, ya que cuando fuerzas de élite de Estados Unidos abatieron a Bin Laden el 2 de mayo del 2011 en su territorio, la decisión fue tomada sin contar con el apoyo de aquel país asiático, porque para el éxito de la operación, era mejor no contar con las autoridades de aquel país asiático. Se necesita discreción, y para ello había sorprender hasta las autoridades paquistaníes que tuvieron que resignarse mirando como las autoridades americanas han planificado el asesinato de su enemigo más buscado, y lo han ejecutado en su territorio, sin su permiso.
Ahora, a Turquía no se le puede negar el derecho de pertenecer al club de los poderosos del mundo que encabeza Estados Unidos; tampoco se le puede negar su deseo de ocupar una posición estratégica en la zona; su pertenencia a la Unión Europea (que viene deseando desde el 12 de septiembre de 1963, cuando firmó el Acuerdo europeo, o de Asociación), defender sus principios democráticos negando su responsabilidad en el genocidio armenio de 1915, como lo sigue sosteniendo Francia. Lo que Turquía no puede hacer es pretender lograr sus objetivos, perjudicando a otro país hermano. Así, no: la historia puede repetirse.