jueves, 23 de septiembre de 2010

Una Cosa no Excluye la Otra

Que África sea el continente más pobre es una realidad conocida por todos, por ser una versión de la realidad que se repite hasta la saciedad. Y en este caso, lo repetido varias veces se queda como la única verdad: parece ser que todo lo que hay que decir sobre África tiene que ser malo para ser creíble. Eso lo saben los africanos que ven imágenes de niños hambrientos representando lo que dicen otros, es la realidad de todo un continente. Así, algunos lo sufren silenciosamente y otros piensan en cómo revertir la situación. Quieren que se sepa que en África no solo hay hambre, pobreza, enfermedades, guerras, analfabetismo, etc. Quieren que se sepa que no existe una sola verdad sobre África, sino varias verdades que cada uno puede interpretar a su manera.
No se sabe con qué intención por ejemplo, pero en el siglo XXI, hay quienes van diciendo que países africanos no tienen ministerios de sanidad, de educación, por ejemplo. Aunque sí podemos desvelar la intención; se trata de mover conciencias sobre las malas condiciones que vive el continente, para poder acudir a su ayuda. Pero en realidad, para ayudar a alguien ¿solo hay que resaltar sus miserias? ¿No será mejor hablar también de sus capacidades para no limitar la ayuda en una simple migaja?

Hace poco, unos africanos que están viviendo en Europa han decidido publicar imágenes placenteras de su país con el objetivo de mostrar su otra realidad. Sabían que muchos no les iban a creer, y su sospecha no tardó en demostrar su fundamento ya que empezaron a recibir mensajes cuestionando la veracidad de dichas imágenes. Pero más les llamó la atención el mensaje de una “amiga” que dice conocer su país, y que propone no publicar esas bellas imágenes, sino las que ya conoce todo el mundo. Es como vetar la publicación de imágenes de “callejeros” (donde se suelen ver imágenes del Tercer Mundo dentro del Primer Mundo) porque no representan la realidad de España.

Nuestro Mundo está hecho así, de bellezas, pero también de imperfecciones. Ignorar esta realidad obliga a recurrir a maquillajes innecesarios para aparentar, para querer esconder nuestras miserias. Desde mucho tiempo atrás, y más en el actual tiempo de globalización, tendemos a parecernos los unos a los otros. De esta manera, algunos más pequeños intentan hacerlo todo para estar en el club de los grandes, aparentando y olvidando los límites de sus capacidades. Muchos africanos por ejemplo, piensan que seguir utilizando un teléfono fijo es sinónimo de atraso, mientras los occidentales que están a la vanguardia de la tecnología no tienen esa visión de las cosas. De hecho, aquí las llamadas entre fijos son los más baratos.

Para reforzar la uniformidad de nuestra supuesta manera de ver y aceptar las cosas, en casi todos los ámbitos, surgen iniciativas para transformar las caras de nuestros pueblos; porque de esta manera, ni los responsables locales, ni los dirigentes de organismos internacionales tendrán remordimientos.

Por eso, en el plano social por ejemplo, hablamos ahora de los Objetivos del Milenio (ODM), a través de los cuales estamos aconsejando, sino exigiendo la necesidad de eliminar de aquí a 5 años una pobreza provocada por las desigualdades que venimos arrastrando desde mucho tiempo atrás. Y contrariamente a lo que se puede pensar, es posible que vatios gobiernos maquillen sus resultados para poder alcanzar esos objetivos, mientras las condiciones de vida de los pueblos sigan iguales, o peores después de la evaluación. Porque ya casi todos habremos interiorizado que nuestros países enfrentan el reto de promover políticas sociales y económicas que nos permitan reducir los niveles de pobreza. De esta manera, los dirigentes aprenderán a utilizar palabras dulces que les caigan bien en los oídos de sus conciudadanos, tales como emergencia, transición, innovación, etc. Mientras, seguirán manteniendo la esencia del sistema que conduce al enriquecimiento de unos cuantos y a la pobreza de la mayoría de la sociedad.

En el plano político, seguiremos escuchando las bondades del multipartidismo, de la democracia representativa para nuestros pueblos. Mientras, nadie se encargará de decirnos que al único camino donde nos quieren llevar es al que permite que los grandes intereses de los poderosos sigan prevaleciendo.

Por todo ello, debemos ser capaces de indagar sobre las distintas oportunidades que se nos presenten. ¡Hasta ahora, nada se ha dicho! No existe una sola verdad. Lo mismo que sabemos que lo cortés no quita lo valiente, también sepamos que una cosa no excluye la otra.

Una Cosa no Excluye la Otra

Que África sea el continente más pobre es una realidad conocida por todos, por ser una versión de la realidad que se repite hasta la saciedad. Y en este caso, lo repetido varias veces se queda como la única verdad: parece ser que todo lo que hay que decir sobre África tiene que ser malo para ser creíble. Eso lo saben los africanos que ven imágenes de niños hambrientos representando lo que dicen otros, es la realidad de todo un continente. Así, algunos lo sufren silenciosamente y otros piensan en cómo revertir la situación. Quieren que se sepa que en África no solo hay hambre, pobreza, enfermedades, guerras, analfabetismo, etc. Quieren que se sepa que no existe una sola verdad sobre África, sino varias verdades que cada uno puede interpretar a su manera.
No se sabe con qué intención por ejemplo, pero en el siglo XXI, hay quienes van diciendo que países africanos no tienen ministerios de sanidad, de educación, por ejemplo. Aunque sí podemos desvelar la intención; se trata de mover conciencias sobre las malas condiciones que vive el continente, para poder acudir a su ayuda. Pero en realidad, para ayudar a alguien ¿solo hay que resaltar sus miserias? ¿No será mejor hablar también de sus capacidades para no limitar la ayuda en una simple migaja?

Hace poco, unos africanos que están viviendo en Europa han decidido publicar imágenes placenteras de su país con el objetivo de mostrar su otra realidad. Sabían que muchos no les iban a creer, y su sospecha no tardó en demostrar su fundamento ya que empezaron a recibir mensajes cuestionando la veracidad de dichas imágenes. Pero más les llamó la atención el mensaje de una “amiga” que dice conocer su país, y que propone no publicar esas bellas imágenes, sino las que ya conoce todo el mundo. Es como vetar la publicación de imágenes de “callejeros” (donde se suelen ver imágenes del Tercer Mundo dentro del Primer Mundo) porque no representan la realidad de España.

Nuestro Mundo está hecho así, de bellezas, pero también de imperfecciones. Ignorar esta realidad obliga a recurrir a maquillajes innecesarios para aparentar, para querer esconder nuestras miserias. Desde mucho tiempo atrás, y más en el actual tiempo de globalización, tendemos a parecernos los unos a los otros. De esta manera, algunos más pequeños intentan hacerlo todo para estar en el club de los grandes, aparentando y olvidando los límites de sus capacidades. Muchos africanos por ejemplo, piensan que seguir utilizando un teléfono fijo es sinónimo de atraso, mientras los occidentales que están a la vanguardia de la tecnología no tienen esa visión de las cosas. De hecho, aquí las llamadas entre fijos son los más baratos.

Para reforzar la uniformidad de nuestra supuesta manera de ver y aceptar las cosas, en casi todos los ámbitos, surgen iniciativas para transformar las caras de nuestros pueblos; porque de esta manera, ni los responsables locales, ni los dirigentes de organismos internacionales tendrán remordimientos.

Por eso, en el plano social por ejemplo, hablamos ahora de los Objetivos del Milenio (ODM), a través de los cuales estamos aconsejando, sino exigiendo la necesidad de eliminar de aquí a 5 años una pobreza provocada por las desigualdades que venimos arrastrando desde mucho tiempo atrás. Y contrariamente a lo que se puede pensar, es posible que vatios gobiernos maquillen sus resultados para poder alcanzar esos objetivos, mientras las condiciones de vida de los pueblos sigan iguales, o peores después de la evaluación. Porque ya casi todos habremos interiorizado que nuestros países enfrentan el reto de promover políticas sociales y económicas que nos permitan reducir los niveles de pobreza. De esta manera, los dirigentes aprenderán a utilizar palabras dulces que les caigan bien en los oídos de sus conciudadanos, tales como emergencia, transición, innovación, etc. Mientras, seguirán manteniendo la esencia del sistema que conduce al enriquecimiento de unos cuantos y a la pobreza de la mayoría de la sociedad.

En el plano político, seguiremos escuchando las bondades del multipartidismo, de la democracia representativa para nuestros pueblos. Mientras, nadie se encargará de decirnos que al único camino donde nos quieren llevar es al que permite que los grandes intereses de los poderosos sigan prevaleciendo.

Por todo ello, debemos ser capaces de indagar sobre las distintas oportunidades que se nos presenten. ¡Hasta ahora, nada se ha dicho! No existe una sola verdad. Lo mismo que sabemos que lo cortés no quita lo valiente, también sepamos que una cosa no excluye la otra.