Burkina Faso: una
rebelión de pobres, varias lecciones para ricos.
Mientras se confirma la llegada a Costa de Marfil del ya ex
presidente de Burkina Faso (Blaise Compaoré) que ha dimitido el viernes 31 de
octubre de 2014, se confirman las contradicciones que han existido entre el
poder y la sociedad civil, principalmente los más
pobres y más vulnerables.
Sí, está confirmado: Blaise compaoré ha llegado a
Yamoussokro, la capital administrativa de Costa de Marfil. Tanto su huida de
Ouagadougou (capital de Burkina Faso, ex República de Alto Volta, Haute-Volta
en francés) como su llegada a Yamoussokro, están acompañadas de polémicas, pero
también de simbolismos.
Huyó de su país que dirigió durante 27 años, en medio de
manifestaciones, ya que quería cambiar la Constitución para poder seguir
gobernando. Horas después, llegó a Yamoussokro para ocupar el edificio conocido
como el “Giscardium”, atribuido al ex presidente de Francia, que lo inauguró en
los años 70. Durante todos esos años, el edificio ha acogido a varios jefes de
Estado, después de su derrocamiento; pero el caso de Blaise Compaoré es
singular.
Su llegada está acompañada de polémicas relacionadas con la
rebelión que ha conocido el país de acogida (país de origen de su mujer), donde
fue mediador. Como entonces, algunos no lo quieren en la ciudad, mientras otros
le dan la bienvenida.
Mientras gobernaba, Blaise Compaoré beneficiaba de la
confianza y el apoyo tanto de sus vecinos como de la Comunidad internacional
(Francia y Estados Unidos a la cabeza), por ser considerado como “pacificador”
durante las crisis políticas en la región. El tiempo ha demostrado que no lo
era para su propio pueblo. No ha podido resistir, sobre todo a la nueva
generación, después de 27 años de hacer y deshacer, en nombre de una supuesta
“democracia” que ha sabido ofrecer al exterior, manipulando al pueblo.
¿Pero, cómo llegó al
poder?
El de octubre de 1987, Blaise Compaoré (entonces joven
oficial proveniente de un pequeño pueblo al norte de la capital) pudo llevar a
cabo objetivo: un golpe de Estado contra su mejor amigo (Thomas Sankara), al
que asesinó junto a varios compañeros. Sankara solía criticar a las antiguas
colonias, principalmente a Francia. Ese acto “heroico” quizás era suficiente
para ganar la simpatía de la ex colonia; pero se le añadió el tímido apoyo
interno, por ser “guapo”. ¿A qué suena eso? Se le puede atribuir varias
interpretaciones, pero la principal es que la política, a veces se vacía de su
contenido cuando ya no existen propuestas, interesándose nada más, al aspecto físico,
al aspecto exterior (nunca mejor dicho). Y mientras seguía disfrutando del
apoyo externo, el amigo asesinado era considerado como un mártir, víctima de un
dirigente que no perdonaba a sus adversarios.
¿Cómo siguió gobernando?
A Blaise Compaoré, no le temblaba la mano cuando se trata de
eliminar a todos los que consideraba como enemigos, por decir o hacer lo que él
no quería. ¡Y eso que hacía muchas cosas que no le gustaban a mucha gente! La
primera entre ellas, es confiar los mejores puestos (tanto políticos como
económicos) a los miembros de su familia.
Paralelamente, ha sabido prometer una democracia que el
pueblo también ha sabido esperar, mientras la oposición no se atrevía a
presentarse en las distintas elecciones organizadas, y se exiliaba por miedo de
ser asesinada. De esa manera, su partido, el Congreso para la Democracia y el
Progreso (CDP), se hacía ganador incontestable de las elecciones.
A las promesas políticas, se añadían las económicas a una
ciudadanía que seguía empobreciendo, hasta encontrarse hoy entre las más pobres
del mundo.
Sus maniobras:
27 años son suficientes para llevar a cabo todo tipo de
maniobras; sería difícil entonces ponerse a recordarlas todas. Sin embargo, es
necesario hacer un esfuerzo para recoger las últimas maniobras que han
precipitado su demisión.
·
El 8 de diciembre de 2013, mientras participaba en la Cumbre
sobre la Paz y Seguridad en África, organizada
en París, Blaise Compaoré fue invitado por varios medios franceses. Era
para hablar sobre los temas más calientes de entonces, que afectaban al
continente africano (la República centroafricana, Malí, el desarrollo del
continente, sus relaciones con China, etc.), ya que era considerado como el
“mediador” entre África y Occidente. Pero quizás sin esperárselo, surgió el
tema de su sucesión. Entonces, el ganador de todas elecciones sacó a relucir la
maniobra que le conduciría fuera del poder: pretendía cambiar la constitución
por referéndum para obtener el quinto mandato. ¡Todo empezó
entonces, ese día!
·
Sin
más tiempo que perder esa vez, el 4 de
enero de 2014, ocurrió una cosa insólita: varios dirigentes de su partido deciden
abandonarlo. Le acusaron de maniobrar para seguir gobernando, no solo abogando
por la creación de un Senado, sino también para modificar la constitución del
país, que limitaba el mandato presidencial.
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El 7 de enero de 2014, surgió otro mediador (el presidente
de Costa de Marfil, actual país de acogida). Su intento de mediación fracasó, y
quizás también su deseo de devolverle el favor, por los servicios prestados
durante la crisis marfileña.
·
Después,
se sucedieron otras fechas significativas, hasta llegar al momento fatídico
para él. Entre ellas, están: el 18 de
enero de 2014 (fecha en que la oposición organizó su primera
manifestación), el 10 de marzo de 2014
(fracaso del intento de mediación del ex presidente Jean-Baptiste Ouédraogo), el 12 de abril de 2014 (el partido
gobernante y otros que lo apoyaban se declaraban favorables al referéndum), el 31 de mayo de 2014 (la oposición
reunida en el estadio nacional manifestó su desacuerdo), el 23 de agosto de 2014 (otra gran movilización del pueblo en
contra del referéndum), y el 28 de
octubre de 2014 (último aviso a la maniobra del presidente).
·
Del 30 al 31 de octubre, el desenlace. A pesar de todos los
avisos, incluso los de algunos de sus aliados extranjeros (Francia y Estados
entre ellos) llamándole al respeto de la voluntad de su pueblo, Blaise Compaoré
se empecinaba. Por eso, en la mañana del
30 de octubre de 2014, el pueblo de la capital se enfureció. A su paso,
encendió el Parlamento y la televisión pública. Ya de nada sirvió el intento del gobierno para calmar a los
manifestantes; ni la marcha atrás dada renunciando a su proyecto. Cuando se
intensificaban las protestas (que llegaban hasta la segunda ciudad del país
donde se incendiaron el ayuntamiento y la sede del partido gobernante), los
medios anunciaban la huida del presidente, y los militares empezaban a brindar
su apoyo al pueblo.
Sin embargo, la confirmación de su
huida solo llegó el viernes 31 de octubre, después de varios desmentidos sobre
su destino.
La huida de Compaoré,
no solo constituye la victoria de su pueblo que ya ha sufrido demasiado, sino
también una advertencia a muchos de los presidentes (sobre todo africanos)
acostumbrados a considerar el poder como suyo y/o de sus familiares y amigos.
El aviso puede llegar también más allá de África, no solo
hacia todos los que a pesar de considerarse demócratas, apoyan a las
dictaduras, según les conviene; sino también hacia todos los que incumplen con
sus programas electorales, menospreciando a sus pueblos.