lunes, 19 de diciembre de 2011

Lo mismo de siempre

Cuando todo el mundo busca las soluciones adecuadas para salir de la crisis, la balanza parece inclinarse hacia los planes de ajuste. En ese sentido, se habla de reducir el tamaño de nuestras administraciones, porque es la idea que parece compartir también los más perjudicados: es una política que seguirá perjudicando a la misma categoría de personas, las categorías empobrecidas de las sociedades. Solo hay que mirar hacia aquellos países que han venido experimentando los recortes, o los llamados Programas de Ajustes Estructurales (PAE) del FMI y del Banco Mundial. En esos países, mientras se habla de la recuperación económica, se habla también de un mayor empobrecimiento de los más pobres: mientras las riquezas se concentran en pocas manos, la pobreza ha ido afectando a más seres humanos.
Pero si los recortes causan tantos daños, ¿por qué se siguen aplicando? Para mí, la principal razón radica en que a la hora de tomar las medidas de austeridad, los primeros en ser consultados son los poderosos (se supone que en sus manos está la resolución de los problemas. De ahí que primeramente, ellos tienen que estar de acuerdo con esas medidas que solo se adoptarán si no les perjudican, o en el peor de los acasos, si se cree que los perjuicios serán menores para ellos. Pocas veces se plantean el reparto igual de las ganancias, aunque muchas veces sí, hablan sobre el reparto de las perdidas.
Para llegar a ese acuerdo, se necesita tiempo, porque se necesitan también muchos compromisos, que solo el tiempo dirá si cumplen. De no ser así, es difícil que se tomen las medidas. Sin embargo, mientras se van discutiendo esas medidas que seguramente les favorecerán, la visión que se proyecta a los perjudicados es otra, y puede tener varias vertientes; las principales son:
1. Eso, lo hacemos para vosotros: nos hemos comprometido en buscarles soluciones a corto o largo plazo a sus problemas.
2. De hecho, hemos decidido reducir o eliminar algunos puestos administrativos que pensamos son de poca importancia para vosotros.
Ya hemos visto que se trata de compromisos cuyo cumplimiento es hipotético. De hecho, hasta los mejores técnicos del FMI y del Banco Mundial siempre advierten las medidas tomarán sus tiempos para que puedan dar sus frutos. Es que el tiempo lo cura todo, como lo recoge el dicho: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que se le resiste”.
El otro problema relacionado con las reducciones de puestos administrativos, tiene que ver con su engordamiento, o el enriquecimiento de sus responsables. ¿Qué significa eso? Primero, se eliminan las direcciones que no son indispensables. Luego, en su lugar, se crean otras subdirecciones indispensables, ocupadas por personas afines, que seguramente estarán cobrando por un cúmulo de tareas que podían ocupar otras personas. Finalmente, lo que se favorece es una descoordinación, ya que en cada dirección eliminada, puede aparecer un residuo de subdirecciones, una merma en la atención (¿dónde dirigirse?), una disminución de la rentabilidad, etc.
En resumen, todo lo que tendremos en manos serán las nuevas escobas que se supone deben barrer bien; pero en realidad, estaremos hablando de lo mismo de siempre.