Las dos barras de medir: como si algunas vidas valieran menos
que otras
Todavía están en las mentes las imágenes de las luchas que
han ensangrentado muchas calles de Libia, y han causado miles de muertes,
incluido la de su “líder, El Gadafi”. Son varias las razones para que muchos
países occidentales (los poderosos) decidieran invadir ese país, pero la
principal ha sido ha sido la “humanitaria”, la de “defender vidas civiles”; ya
que el entonces “dictador” masacraba a su pueblo.
Casi tres años después de la muerte de El Gadafi (20 de
o9ctubre de 2011), el país sigue en su inestabilidad, y últimamente las luchas
de poder entre las anteriores milicias ya no facilitan la instalación de varias
potencias extranjeras, sino su huida y/o el cierre “temporal” de sus oficinas.
Es decir, que siguen muriendo personas inocentes, pero detrás de los focos. Al
mismo tiempo, las luchas para la supervivencia de los inmigrantes que ahí
vivían se han traslado hacia otras partes, incluso en Europa. Como ejemplo, los
recientes encontronazos entre varios subsaharianos para conservar sus
“espacios”, en la frontera entre Francia e Inglaterra: la mayoría proviene de
Libia donde ya nadie les retiene.
El caso de Libia permite denunciar y/o advertir las
consecuencias de algunos casos, donde claramente se puede observar la política
de los dos raseros, la de las dos barras de medir. Hay que subrayar que esa
política afecta a muchos aspectos de la vida; lo que pasa es que muchas veces,
nos callamos. En la lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres por ejemplo, las consideraciones no son las mismas para ambos sexos.
Desde México, Lucía Lagunes Huerta, la Directora del Centro de Comunicación e
Información (CIMAC A.C.) relata lo siguiente:
“Dos personas fueron designadas para ocupar la dirección de dos
secretarías de gobierno en el Distrito Federal. Una vez concluida la ceremonia
del nombramiento del gabinete, amigos cercanos se acercaron para felicitarles.
¿Cuál será tu presupuesto? ¿Cuánta gente estará a tu cargo? Fueron algunas
preguntas para uno de ellos. Al tornarse a la segunda, la pregunta fue: `Martha
¿qué vas hacer con tu hija?`".
Es un ejemplo que nos afecta, a todo el mundo, pero al que
prestamos poca atención, dedicándonos en varias ocasiones:
1.
A
exigirles más a algunas personas, para que demuestren lo que saben y/o pueden hacer, mientras a otras ya se les
considera capaces de antemano.
2.
Considerar
como algo normal que algunas personas con suficiente autoridad, utilizan
conscientemente esa política (de dos barras de medir) para dividir la
ciudadanía entre quienes tienen derechos, y quienes no los tienen, a los que
incluso son capaces de infligir tratos degradantes.
3.
Y que otras personas, sin autoridad esperen
que se adopten ese tipo de medidas, para así, diferenciarse de otras y sentirse
mejores.
¡Todo eso, es molesto
y cansino!
En la actualidad, los dos casos más preocupantes porque
afectan a las vidas de seres humanos,
como lo ha sido el caso libio, son los siguientes:
El caso Gaza: En Gaza, la impunidad se hace flagrante frente al respaldo
o el silencio de unas potencias internacionales, ante unos ataques que han
causado las muertes de varias personas, entre ellas, muchos niños.
Después de un mes de combates, se reconoce unas pérdidas de
vidas humanas de 64 soldados y de 3 civiles, del lado de Israel; mientras, se
habla de 900 “terroristas palestinos muertos”, sin precisar si entre ellos
existe algún jefe importante de Hamas, grupo armado que dice combatir el
gobierno israelí.
Pero lo que llama más la atención es el envalentonamiento del
primer ministro de Israel (Benyamin Netanyahu) que después de recibir mensajes
de respaldo, salió diciendo (como anteriormente lo habían sostenido varios
dirigentes con poder) que todo fue en defensa propia. Lo que no solo demuestra
su falta de sentimiento hacia los muertos, sino también un insulto hacia la
inteligencia de los vivos.
Y admitimos que fuera así, no queda más remedio que acudir a la
justicia, para no conformarnos únicamente con su punto de vista. Es necesario
que los responsables de las muertes de civiles sean llevados al Tribunal Penal
Internacional (TPI), para por lo menos devolverle la confianza al creciente
número de personas que piensan que el TPI se hizo para juzgar a los menos
poderosos.
El caso ébola: Es necesario recordar primero que el nombre “Ébola”
proviene de un río cercano a la ciudad de Yambuku, en el norte de la actual
República Democrática del Congo (RDC). En septiembre de 1976, se identificó el
primer caso de la actual epidemia que se manifiesta principalmente por una
fiebre hemorrágica. Aquella primera epidemia afectó a 318 personas, causando
280 muertes.
Desde entonces, se empezó a hablar de un virus muy peligroso
(con una tasa de mortandad del 90%, y todavía sin cura), difícil de manipular
fuera de grandes laboratorios capaces de prevenir sus riesgos de contaminación.
Asimismo, se logró identificarlo dentro del grupo V, de la clasificación de
Baltimore (no de la ciudad, sino de una clasificación de virus que fue
propuesta por el biólogo norteamericano David Baltimore, a la vez, laureado
Premio Nobel de Medicina, en 1975). Según esa clasificación, los virus pueden
identificarse dependiendo de sus características biológicas, en:
·
El
tipo de células que permiten la replicación del virus.
·
El
tiempo del ciclo viral.
·
Y
la estrategia de replicación del virus.
Cerca de 40 años después, la epidemia se desplazó hacia la
parte occidental de África (causando 887 muertos según la OMS) primero, luego
afectó a dos ciudadanos americanos, precisamente de Atlanta y (desde ayer) se
ha confirmado el caso del sacerdote español, Miguel Pajares.
De repente, ya varios medios americanos hablan de la existencia de una terapia experimental,
cargada de “espectaculares resultados”. Ese descubrimiento es contrario a lo
que se ha venido sosteniendo: que la única
manera de contener el virus del ébola, era la prevención.
El tiempo ha demostrado que no basta adoptar solamente las
medidas preventivas, porque el ébola ha afectado también al personal sanitario,
dispuesto a tomar mejores medidas de protección. Al mismo tiempo, podemos decir
también que la política de las dos barras de medir ha fracasado primero dentro del
continente africano (donde se pensaba que se trataba de una enfermedad endémica
del Congo, o de África Central como límite más amplio); y luego, esa creencia
de que no llegaría hasta Occidente.
En ningún caso se trata de alegrarse: mal de muchos no puede
ser consuelo de tontos. Solo se trata llamar la atención sobre problemas
susceptibles de afectar a toda la humanidad, para así ampliar nuestras maneras
de enfrentarlos, y cambiar las formas de ver el actual mundo que solo se quiere
globalizar en determinados aspectos.