jueves, 22 de marzo de 2012

África del Oeste: Un Golpe de Estado más.

Todos los días, ocurren sucesos. Que nos enteremos de ellos depende no sólo si los medios los utilicen como noticias, sino además si se disponen a repetir las mismas noticias hasta el cansancio (como está ocurriendo ahora en Toulouse). En ese caso, se nos puede bombardear de noticias “minuto a minuto”, hasta que interioricemos el mensaje que nos quieren enviar. Mohamed Merah es francés de origen argelino. Lo cierto es que si esos hechos ocurrieran en Argelia, el bombardeo de noticias sería menor. Esa doble barra de medir a la hora de tratar la información según la importancia que se le dé, es la que quiero subrayar. Porque a la hora de llevar a cabo algunas intervenciones (tanto humanitarias como militares) en otros países, las autoridades públicas utilizan casi siempre pretextos tan banales que llegan a convencer a la mayoría, pero que solo resultan incomprensibles e incumplidos después de las intervenciones, cuando ya lo irreparable está hecho.
No se trata de culpar a otras personas de lo que nos pasa, pero en el presente caso, podemos utilizar el popular dicho que reza: “de aquellos barros, estos lodos”. Varios países de la OTAN (donde Francia ha tomado protagonismo) han decidido acabar con el régimen de Gadafi, obviando las razones humanitarias que pretendían defender. Se podía imaginar que con esa actuación, se iba a desestabilizar no sólo a Libia, sino a otros países vecinos. Pero si no se podía saber exactamente su alcance, se podía imaginar, o por lo menos tener en cuenta las realidades vividas en el caso iraquí. Algunas personas, de manera superficial, habían pronosticado que el objetivo de la intervención era para que bajara el precio del petróleo. La realidad, la estamos viviendo ahora: de los menos de 30 dólares que contaba el barril de petróleo (antes de intervenir en Irak), estamos pagando ahora más que el triple. Pero parece que eso no influye mucho en las futuras decisiones a tomar: paradójicamente, la subida del precio beneficia mucho a otros sectores (aunque reducidos) de la sociedad. Y como esos sectores son los más influyentes, se encargan de hacer valer su punto de vista, dejando a los demás disfrutando de sus derechos “democráticos” de manifestarse. Total, a pesar de las manifestaciones, pocas cosas cambiaran.
Por eso, no se pudo hacer nada para evitar la intervención en Libia, que después de provocar innumerables pérdidas humanas en el país, empieza a provocar daños colaterales en otros países limítrofes. Una parte del gran arsenal de guerra utilizado en Libia, se extravió y empezó a ser utilizado en otros países para otros fines. Muchos de esos países se dieron cuenta y empezaron a lamentarse, han organizado encuentros para llamar la atención sobre esos hechos; lo que pasa es que sus medios de lucha son muy limitados. Como ejemplo, (y una vez más), sabemos que hizo falta la intervención de Francia en Costa de Marfil, para sacar a fuerza del poder, al ex presidente Laurent Gbagbo, del búnker donde se escondía. Quizá sin la intervención francesa, se hubiera prolongado más la guerra civil que destruía poco a poco al país.
Pero esa dependencia no sólo se observa en el terreno militar, sino en casi todos los demás aspectos. Muchos países africanos siguen demostrando su incapacidad de no depender de otros países (sobre todo occidentales), después de más de cincuenta años de su independencia política. En el terreno de la salud por ejemplo, todavía se sigue priorizando los traslados (“evacuaciones”) de los enfermos (muchas veces las élites) hacia otros países. Parece que todavía no se prioriza el desarrollo de una medicina local, conocedora de sus realidades, y capaz de atender los casos de enfermedades endémicas.
En el caso de Malí, buena parte de ese armamento cayó en manos de los rebeldes Tuaregs, y los envalentonó. Mientras algunos gobernantes veían eso como una amenaza para sus países, otros creían que las amenazas están ya alejadas. Desde Occidente, y con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se ha podido evitar lo que se consideraba como una “avalancha” de migrantes hacia Europa. No fue el caso para los países del Sur. De hecho, a muchos les han facilitado el retorno hacia sus países de origen, sin importar las malas condiciones de vida que les esperaban. En algunos casos, se han menospreciado las consecuencias de esas migraciones. Hace poco, en uno de los pocos debates improvisados sobre las armas que circulan libremente en la zona, uno de los tertulianos (francés), dijo que aunque los mercenarios podían constituir una amenaza para algunas regiones, era difícil que llegaran a desestabilizar un país entero. Semanas después (el 11 de marzo de 2012), nos enteramos de que los rebeldes tuaregs del MNLA han tomado el puesto militar de Tessalit, en el Norte de Malí, secuestrando a varias personas. Para tomar ese puesto militar, se libraron combates que habían empezado a finales de febrero, entre rebeldes y militares del gobierno. Fue algo inadmisible. Por eso al principio, los militares negaron los hechos, para luego reconocerlos, aunque diciendo que se trataba de una “retirada táctica”. La respuesta sobre esa “retirada táctica” cuando se trata de una “posición estratégica”, fue dada por un oficial maliense a Radio Francia Internacional (RFI): “Frente a nosotros, teníamos combatientes tuaregs y de Al-Quaeda en el Magreb islámico. Por eso hemos querido evitar una masacre, porque los numerosos civiles podían constituir su objetivo (su blanco), tanto dentro del puesto militar como a sus alrededores”. Mientras para los rebeldes tuaregs, la versión de los combates subraya la facilidad con la que han podido tomar el puesto militar de Tessalit, tomando presos tanto a militares como a civiles.
Como estamos hablando de una sucesión de hechos, en la tarde de ayer, varios militares pudieron penetrar en el palacio presidencial, que habían tratado de incendiar previamente. Así empezó la gran confusión en la capital de Malí (Bamako). Pero en la mañana de este jueves 22 de marzo de 2012, los militares que aparecieron en la televisión nacional declararon un toque de queda, a través de su Comité Nacional para el Enderezamiento de la Democracia y la Restauración de la Democracia (CNRDR, en francés). Como es de suponer, todavía no se sabe mucho sobre ese “comité”; sólo se habla de algunos nombres: del capitán Sonogo (uno de los líderes), rodeado por Amadou Konaré y Seiba Diarra. Lo único que se sabe, es que la principal razón para que derrocaran al presidente Amadou Toumani Touré (ATT) es la incapacidad de su régimen “para combatir el terrorismo en el Norte de Malí”. Pero en todo caso, todavía existen dudas, no se sabe si ya los militares tienen suficiente apoyo para mantenerse en el poder: el golpe de Estado se llevó a cabo en la capital, dejando de lado otras regiones del país.
¿Existe razón suficiente para llevar a cabo un golpe de Estado? Parece que no. Pero en ocasiones, frente a un golpe de Estado, la gente suele mirar hacia sus propios intereses, dejando de lado el interés común, la principal razón capaz de sostener y hacer defender una democracia. A las autoridades francesas, quizá demasiado ocupadas por lo ocurrido en Toulouse, no parece haberles importado mucho el golpe de Estado. Sólo han manifestado su deseo de una rápida recuperación democrática en el país, a través de la transferencia del poder a los civiles. Hay que recordar que las próximas elecciones en Malí ya estaban previstas para finales del próximo mes de abril. Pero también, que países como Francia y España tienen algunos de sus ciudadanos secuestrados en la zona. Su intención, quizá es la de no pronunciarse negativamente en contra de los militares cuyo principal compromiso es la lucha contra el terrorismo, aunque por el mismo motivo, apoyaban al destituido presidente Amadou Toumani Touré, para no poner en riesgo la vida de sus ciudadanos. Sarkozy por ejemplo ha ofrecido su apoyo para la liberación de sus conciudadanos secuestrados en otros países. Por eso (aunque por una razón distinta), ha tenido algunos encontronazos con las autoridades mexicanas (que también defienden su independencia) sobre la liberación de la presa francesa Florence Cassez, que él desea para mejorar su imagen en el interior de Francia.
En el actual mundo globalizado, la estabilidad global debería ser asunto de tod@s. Sin casi darnos cuenta, todo lo que ocurre en el Sur, puede influir indirectamente en el Norte, a pesar de que la tendencia mayoritaria es la de considerar la dependencia de los países del Sur; considerando siempre el aspecto econóico-financiero de las relaciones. Si anteriormente hablábamos de algunas deficiencias que afectan no sólo al sistema democrático sino también a la propia supervivencia de esos países (su independencia), existe una de ellas que favorece más a los países del Norte: se trata de sus deficiencias en el sector bancario. Para nadie es un secreto que la mayor parte de los fondos desviados en África, van a parar en bancos occidentales, considerados más fiables. Desgraciadamente, muchos de esos fondos no retornan después de que las élites dejan de gobernar, por cualquier motivo que sea (generalmente, después de su muerte). En ese sentido, otro ejemplo poco conocido es el siguiente: Malí, como otros países de la región (Burkina-Faso y Benín, por ejemplo), son países productores de algodón. Debido a esas deficiencias en el sistema bancario, un pobre agricultor de esos países que se dedica solamente al cultivo de algodón, puede estar financiando el proyecto empresarial o de estudio de un ciudadano que está viviendo en un país rico.
¿No es tiempo de valorar esas cositas, que pueden hacer sentirnos más unid@s y más interdependientes? Nos lo agradecerá el verdadero sistema democrático mundial. Pero así también podremos ser capaces de luchar contra aquellos prejuicios que nos dejan insensibles a los problemas considerados de pobres. ¡No más golpe de Estado en África y el resto del mundo!