sábado, 1 de enero de 2011

Con los pies sobre la tierra

Si algo llama la atención y a la vez sorprende en el sistema capitalista desarrollado, es la facilidad que tienen los responsables de hacer pasar sus decisiones aunque fueran impopulares, en nombre de la democracia. Antes de vivir la experiencia española, siempre había dado por hecho que se trataba de asuntos de países que practican el capitalismo de tercera categoría, de países pobres. Pero cada vez que llega un nuevo año, me estoy convenciendo que se trata de algo que atañe al sistema donde se percibe lo siguiente: las medidas aunque sean medidas impopulares, hay que tomarlas para demostrar que aquí manda alguien; y como diría Zapatero, “cueste lo que cueste”.
¿Quién se explica la toma de esas medidas de suicidio colectivo al principio de cada año? Utilizo la palabra suicidio porque primero, las medidas perjudican a los más vulnerables capaces de inmolarse frente a las dificultades, pero también para las autoridades si en realidad el pueblo es el que decide. La realidad que vivimos, es que siempre aprovechan el inicio del nuevo año, momento en que tenemos la guardia baja para colarnos sus decisiones. Primero nos hacen creer que vivimos en países desarrollados, y que debemos gastar durante las navidades; luego, también nos dicen que por vivir en países desarrollados y que debemos ser capaces de soportar las subidas de los precios, ya que según ellos es como tomarse un café. Nunca se darán cuenta que muchos son los ciudadanos que deben pensárselos varias veces antes de tomarse un café. Pero nosotros tampoco dejaremos de excusarles porque siempre estará la “cuesta de enero” para cargar con la culpa. Así, las cosas siguen su normal transcurso.
Y en algunos casos, sorprende también la rapidez en que se aplica esas decisiones: coges el transporte público para regresar a tu casa después de festejar la nochevieja, dispuesto a pagar lo mismo que pagaste a la ida, y te informan que el precio ha subido “un poquito”.

Pero es que no se limitan a subir los precios, también suben el descontento popular recortando los derechos en nombre de la democracia que les permite defender nuestra libertad, nuestra seguridad, etc. Ese año, en defensa de la sanidad pública, se prohíbe fumar en los lugares públicos, pero como si fuera una paradoja, nos dice que se puede fumar en las cárceles. ¿Nos estarán diciendo que él que quiera fumar libremente tiene que ingresar primero en la cárcel? No creo que sean tan malintencionados, pero a esa prohibición se les unen otras que son más perjudiciales ya que son restricciones en el terreno laboral cuando debido a la crisis crece el paro. Según ellos, todas esas medidas nos ayudarán a salir más rápido de la crisis porque se necesita la colaboración de todos. ¿Pero se puede exigirle a todo el mundo por igual? ¿Se puede sacar algo donde no hay nada?

Es hora de definir bien las cosas. Nadie duda de que todos debamos colaborar, pero a cada uno según sus posibilidades, ya que no es lo mismo lo que puede aportar un empresario y lo que puede aportar un trabajar. Solo se trata de que el empresario ayude en la contratación de los trabajadores, y que los trabajadores puedan vender sus fuerzas de trabajo. Se trata de que cada uno sepa observar la realidad, y saber lo que pueda aportar: con los pies sobre la tierra.