miércoles, 11 de junio de 2014



Iberdrola, ¡qué impotencia frente a tí!
El tema sobre la incomprensión de las facturas eléctricas debería estar zanjado, pero los sucesivos casos de abusos hacen que se renueven los sentimientos de rabia, de impotencia frente al poder. El hecho es que la confianza y la seguridad que depositan las empresas eléctricas (en ese caso, Iberdrola) en los poderes políticos, les hace cometer errores.
Quizás eso les permite sentirse invulnerables e intocables, pero la poca confianza que debemos depositar en nosotros mismos debe permitirnos saber que todo puede cambiar.
Mi última experiencia de impotencia que quiero contar, ocurrió ayer. Cuando me disponía a pagar mi última factura de electricidad. Como siempre, mi táctica (unas resignación por no poder cambiar las cosas) es la de no mirar las facturas, hasta no llegar a la caja del banco donde debo pagarlas. Entonces llegaba a la caja, y simplemente pagaba; y repito, por resignación.
Ayer, cuando saqué la factura y me di cuenta de lo elevada que estaba, dejé de pagarla, y decidí no solo proclamar, sino también reclamar. Pero como se puede imaginar, aunque he recibido un poco de atención, mi temor es que las cosas vuelvan a ser las mismas.

Un futuro oscuro:
Temiendo siempre que nos corten la luz y que así tengamos un futuro oscuro, nos resignamos y así pagamos todas las facturas, como se nos lleguen. No se puede escoger, porque aun viviendo en la oscuridad, se puede seguir pagando la factura de la luz.
Mi decisión entonces ha sido la de acudir a la oficina de Iberdrola la más cerca, y así empezaron las peripecias:
·       Primer paso: En la primera oficina donde no había nadie más que yo, he tenido que esperar durante un tiempo que se me hizo largo, porque la señora que tenía que atenderme, estaba atendiendo otra cosa por internet. Y cuando me atendió, me dijo que no podía hacer nada, que yo tenía que llegar a casa para traerle la “lectura real” de la factura, ya que en mi factura, la lectura de la factura no era “efectiva”.
·       Segundo paso: Pensé que era porque la oficina no estaba cerca de mi domicilio, pero a pesar de todo, fui a la casa para tomar el consumo real. Ya era por la tarde, y me fui a la oficina más cercana, la de mi barrio. Ahí también, a pesar de que había dos mujeres para atenderme, y que yo era el único cliente, he tenido que esperar porque las dos tenían que hablar de sus cosas. Cuando me atendieron, era para asegurarme que mi caso no se podía resolver presencialmente, sino por teléfono.
·       Tercer caso: Llegado a casa, he decidido rápidamente llamar al número que anteriormente me habían facilitado. Después de varios intentos y de respectivos cambios de interlocutoras que siempre me pedían mi identificación sin ofrecerme las suyas, logré que me atendieran, y que me rebajaran “algo” (20 euros) de mi factura.
Según la última mujer que me atendió, era porque no habían podido tener acceso a una lectura real de mi contador. Era algo que me había  sorprendido mucho, porque desde el año pasado, me habían confirmado que el contador que me habían instalado era automático; por lo que no hacía falta visitar mi domicilio para obtener una lectura real del mismo.
Por eso, todas las facturas venían mencionando “factura con lectura real”. Pero desde hace poco (desde el mes pasado), la mención ha sido otra: “factura con lectura estimada”.
Por eso yo también me hago la misma pregunta que les traslado: ¿si no visitan mi domicilio, cuándo puedo darme cuenta de que la lectura es “real”, o “estimada”?
Y esta es la pregunta que no han podido contestarme. Ahí están mi inquietud, pero también mi impotencia.
Saludos.