jueves, 15 de noviembre de 2012

Lo difícilmente comprensible en los tiempos que corren

Hace poco nos indignamos cuando en una charla sobre el aborto y su prohibición y penalización en algunos países latinoamericanos. Aunque se trataba de países considerados católicos y la mayoría con sistemas políticos de derecha (como en España, actualmente), muchos de los presentes atribuían el hecho al “subdesarrollo” que caracterizaba esos países. Tengo que subrayar que la mayoría de la asistencia la constituían mujeres, muchas de las cuales tendían a defender la legislación de sus países. Algunas se resignaban reconociendo que las leyes contra el aborto existían en sus países, pero las penas máximas no se aplicaban. En general, dejaban entrever la hipocresía alrededor del tema: mientras la prohibición de abortar está acompañada por razones políticas y religiosas, la vía contraria (la posibilidad de aborto) es posible cuando la mujer y/o su familia dispone de medios. En pocas palabras, las leyes criminalizan y penalizan a las más débiles. De esa manera, por un lado se evita la “vergüenza” terrenal, y por el otro, se desoye el “castigo” divino que acompaña a cada creyente en caso de incumplir las reglas estáticas y divinas. Pero ahora, el caso que nos interesa viene de un país desarrollado (ocurrió en Irlanda), donde una mujer, Savita Halappanavar, dentista de profesión y con 31 años de edad acaba de perder la vida (el 28 de octubre pasado) en el hospital de Galway. Había sido ingresada una semana antes, por complicaciones en su estado de su embarazo. La mujer había llegado al hospital quejándose de fuertes dolores en la espalda cuando sólo llevaba 17 semanas de embarazo, y las causas de esos dolores fueron diagnosticadas inmediatamente por los médicos. Sin embargo, otras dificultades se añadieron a sus dolores, ya que en ese país del primer mundo, la interrupción voluntaria de un embarazo es ilegal, y solo está autorizada en caso de peligro de muerte para la madre embarazada. Por esa razón, los médicos decidieron esperar a que el feto parara de respirar, antes de realizar cualquier intervención quirúrgica; algo que según ellos, ocurriría en pocas horas pero las cosas se complicaron. Durante tres días, la señora (acompañada por su esposo) se había resignado a la pérdida de su bebé, y sólo les pedía a los médicos que pusieran fin a sus dolores. Sus suplicas fueron vanas ya que según los médicos, se trataba de un país católico, y que las leyes prohibían ese tipo de aborto donde el feto seguía respirando. Según su marido, “Savita no había olvidado de recordarles que ella no era católica, y que tampoco era irlandesa”, pero no quisieron saber nada a pesar de que sus diagnósticos habían confirmado la imposibilidad de supervivencia del feto. Paralelamente, los médicos habían optado por una atención intensiva, ya que el estado de salud de Savita se complicaba cada día más. Por eso, en la tarde del 23 de octubre, cuando la enferma temblaba y vomitaba, y se derrumbó cuando quiso ir al baño, “los médicos le prescribieron antibióticos, sin querer interrumpir el embarazo”. El día siguiente, el feto dejó de respirar y los médicos decidieron realizar el aborto, pero ya era tarde. Se decidió trasladar a Savita a los servicios de atención intensiva porque “su pulso era bajo, la fiebre muy alta, y su hígado ya no funcionaba”, reconoció el esposo de Savita. Falleció el 28 de octubre en Irlanda, y fue incinerada el día 1 de noviembre en la India. Un portavoz del hospital se dirigió hacia el esposo de Savita para presentarle sus “condolencias”, pero ya el caso había escandalizado a las asociaciones que militan a favor del aborto en Irlanda. La portavoz de una de esas asociaciones (Rachel Donnelly), a su vez subrayaba que mientras “la ley que prohíbe el aborto y que data de 1861 no se derogue, y que los políticos dejen de utilizar el problema, seguirá peligrando la vida de las mujeres en ese país”. Por la importancia del caso, dos investigaciones se están llevando a cabo tanto a nivel del Ministerio de Sanidad, como a nivel del hospital. Solo falta confirmar la necesidad de una ley tan antigua en los tiempos que corren.

jueves, 22 de marzo de 2012

África del Oeste: Un Golpe de Estado más.

Todos los días, ocurren sucesos. Que nos enteremos de ellos depende no sólo si los medios los utilicen como noticias, sino además si se disponen a repetir las mismas noticias hasta el cansancio (como está ocurriendo ahora en Toulouse). En ese caso, se nos puede bombardear de noticias “minuto a minuto”, hasta que interioricemos el mensaje que nos quieren enviar. Mohamed Merah es francés de origen argelino. Lo cierto es que si esos hechos ocurrieran en Argelia, el bombardeo de noticias sería menor. Esa doble barra de medir a la hora de tratar la información según la importancia que se le dé, es la que quiero subrayar. Porque a la hora de llevar a cabo algunas intervenciones (tanto humanitarias como militares) en otros países, las autoridades públicas utilizan casi siempre pretextos tan banales que llegan a convencer a la mayoría, pero que solo resultan incomprensibles e incumplidos después de las intervenciones, cuando ya lo irreparable está hecho.
No se trata de culpar a otras personas de lo que nos pasa, pero en el presente caso, podemos utilizar el popular dicho que reza: “de aquellos barros, estos lodos”. Varios países de la OTAN (donde Francia ha tomado protagonismo) han decidido acabar con el régimen de Gadafi, obviando las razones humanitarias que pretendían defender. Se podía imaginar que con esa actuación, se iba a desestabilizar no sólo a Libia, sino a otros países vecinos. Pero si no se podía saber exactamente su alcance, se podía imaginar, o por lo menos tener en cuenta las realidades vividas en el caso iraquí. Algunas personas, de manera superficial, habían pronosticado que el objetivo de la intervención era para que bajara el precio del petróleo. La realidad, la estamos viviendo ahora: de los menos de 30 dólares que contaba el barril de petróleo (antes de intervenir en Irak), estamos pagando ahora más que el triple. Pero parece que eso no influye mucho en las futuras decisiones a tomar: paradójicamente, la subida del precio beneficia mucho a otros sectores (aunque reducidos) de la sociedad. Y como esos sectores son los más influyentes, se encargan de hacer valer su punto de vista, dejando a los demás disfrutando de sus derechos “democráticos” de manifestarse. Total, a pesar de las manifestaciones, pocas cosas cambiaran.
Por eso, no se pudo hacer nada para evitar la intervención en Libia, que después de provocar innumerables pérdidas humanas en el país, empieza a provocar daños colaterales en otros países limítrofes. Una parte del gran arsenal de guerra utilizado en Libia, se extravió y empezó a ser utilizado en otros países para otros fines. Muchos de esos países se dieron cuenta y empezaron a lamentarse, han organizado encuentros para llamar la atención sobre esos hechos; lo que pasa es que sus medios de lucha son muy limitados. Como ejemplo, (y una vez más), sabemos que hizo falta la intervención de Francia en Costa de Marfil, para sacar a fuerza del poder, al ex presidente Laurent Gbagbo, del búnker donde se escondía. Quizá sin la intervención francesa, se hubiera prolongado más la guerra civil que destruía poco a poco al país.
Pero esa dependencia no sólo se observa en el terreno militar, sino en casi todos los demás aspectos. Muchos países africanos siguen demostrando su incapacidad de no depender de otros países (sobre todo occidentales), después de más de cincuenta años de su independencia política. En el terreno de la salud por ejemplo, todavía se sigue priorizando los traslados (“evacuaciones”) de los enfermos (muchas veces las élites) hacia otros países. Parece que todavía no se prioriza el desarrollo de una medicina local, conocedora de sus realidades, y capaz de atender los casos de enfermedades endémicas.
En el caso de Malí, buena parte de ese armamento cayó en manos de los rebeldes Tuaregs, y los envalentonó. Mientras algunos gobernantes veían eso como una amenaza para sus países, otros creían que las amenazas están ya alejadas. Desde Occidente, y con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se ha podido evitar lo que se consideraba como una “avalancha” de migrantes hacia Europa. No fue el caso para los países del Sur. De hecho, a muchos les han facilitado el retorno hacia sus países de origen, sin importar las malas condiciones de vida que les esperaban. En algunos casos, se han menospreciado las consecuencias de esas migraciones. Hace poco, en uno de los pocos debates improvisados sobre las armas que circulan libremente en la zona, uno de los tertulianos (francés), dijo que aunque los mercenarios podían constituir una amenaza para algunas regiones, era difícil que llegaran a desestabilizar un país entero. Semanas después (el 11 de marzo de 2012), nos enteramos de que los rebeldes tuaregs del MNLA han tomado el puesto militar de Tessalit, en el Norte de Malí, secuestrando a varias personas. Para tomar ese puesto militar, se libraron combates que habían empezado a finales de febrero, entre rebeldes y militares del gobierno. Fue algo inadmisible. Por eso al principio, los militares negaron los hechos, para luego reconocerlos, aunque diciendo que se trataba de una “retirada táctica”. La respuesta sobre esa “retirada táctica” cuando se trata de una “posición estratégica”, fue dada por un oficial maliense a Radio Francia Internacional (RFI): “Frente a nosotros, teníamos combatientes tuaregs y de Al-Quaeda en el Magreb islámico. Por eso hemos querido evitar una masacre, porque los numerosos civiles podían constituir su objetivo (su blanco), tanto dentro del puesto militar como a sus alrededores”. Mientras para los rebeldes tuaregs, la versión de los combates subraya la facilidad con la que han podido tomar el puesto militar de Tessalit, tomando presos tanto a militares como a civiles.
Como estamos hablando de una sucesión de hechos, en la tarde de ayer, varios militares pudieron penetrar en el palacio presidencial, que habían tratado de incendiar previamente. Así empezó la gran confusión en la capital de Malí (Bamako). Pero en la mañana de este jueves 22 de marzo de 2012, los militares que aparecieron en la televisión nacional declararon un toque de queda, a través de su Comité Nacional para el Enderezamiento de la Democracia y la Restauración de la Democracia (CNRDR, en francés). Como es de suponer, todavía no se sabe mucho sobre ese “comité”; sólo se habla de algunos nombres: del capitán Sonogo (uno de los líderes), rodeado por Amadou Konaré y Seiba Diarra. Lo único que se sabe, es que la principal razón para que derrocaran al presidente Amadou Toumani Touré (ATT) es la incapacidad de su régimen “para combatir el terrorismo en el Norte de Malí”. Pero en todo caso, todavía existen dudas, no se sabe si ya los militares tienen suficiente apoyo para mantenerse en el poder: el golpe de Estado se llevó a cabo en la capital, dejando de lado otras regiones del país.
¿Existe razón suficiente para llevar a cabo un golpe de Estado? Parece que no. Pero en ocasiones, frente a un golpe de Estado, la gente suele mirar hacia sus propios intereses, dejando de lado el interés común, la principal razón capaz de sostener y hacer defender una democracia. A las autoridades francesas, quizá demasiado ocupadas por lo ocurrido en Toulouse, no parece haberles importado mucho el golpe de Estado. Sólo han manifestado su deseo de una rápida recuperación democrática en el país, a través de la transferencia del poder a los civiles. Hay que recordar que las próximas elecciones en Malí ya estaban previstas para finales del próximo mes de abril. Pero también, que países como Francia y España tienen algunos de sus ciudadanos secuestrados en la zona. Su intención, quizá es la de no pronunciarse negativamente en contra de los militares cuyo principal compromiso es la lucha contra el terrorismo, aunque por el mismo motivo, apoyaban al destituido presidente Amadou Toumani Touré, para no poner en riesgo la vida de sus ciudadanos. Sarkozy por ejemplo ha ofrecido su apoyo para la liberación de sus conciudadanos secuestrados en otros países. Por eso (aunque por una razón distinta), ha tenido algunos encontronazos con las autoridades mexicanas (que también defienden su independencia) sobre la liberación de la presa francesa Florence Cassez, que él desea para mejorar su imagen en el interior de Francia.
En el actual mundo globalizado, la estabilidad global debería ser asunto de tod@s. Sin casi darnos cuenta, todo lo que ocurre en el Sur, puede influir indirectamente en el Norte, a pesar de que la tendencia mayoritaria es la de considerar la dependencia de los países del Sur; considerando siempre el aspecto econóico-financiero de las relaciones. Si anteriormente hablábamos de algunas deficiencias que afectan no sólo al sistema democrático sino también a la propia supervivencia de esos países (su independencia), existe una de ellas que favorece más a los países del Norte: se trata de sus deficiencias en el sector bancario. Para nadie es un secreto que la mayor parte de los fondos desviados en África, van a parar en bancos occidentales, considerados más fiables. Desgraciadamente, muchos de esos fondos no retornan después de que las élites dejan de gobernar, por cualquier motivo que sea (generalmente, después de su muerte). En ese sentido, otro ejemplo poco conocido es el siguiente: Malí, como otros países de la región (Burkina-Faso y Benín, por ejemplo), son países productores de algodón. Debido a esas deficiencias en el sistema bancario, un pobre agricultor de esos países que se dedica solamente al cultivo de algodón, puede estar financiando el proyecto empresarial o de estudio de un ciudadano que está viviendo en un país rico.
¿No es tiempo de valorar esas cositas, que pueden hacer sentirnos más unid@s y más interdependientes? Nos lo agradecerá el verdadero sistema democrático mundial. Pero así también podremos ser capaces de luchar contra aquellos prejuicios que nos dejan insensibles a los problemas considerados de pobres. ¡No más golpe de Estado en África y el resto del mundo!

viernes, 13 de enero de 2012

La historia puede repetirse

Ya aparecen noticias como las que vienen de Rusia, y que alertan que lo siguiente: “la agresión a Siria vendrá desde Turquía". Todo parece indicar que no aprendemos nada del pasado que nos pueda permitir esquivar las desgracias, evitar las guerras (cuando ya suenan sus tambores), donde siempre es fácil entrar, pero difícil de salir. Por otra parte, puede que entendamos ese empecinamiento, si sabemos que los que provocan las guerras siempre creen que están mejor preparados técnicamente, y que los daños en sus filas serán menores, encargándose de vaticinar la peor parte para sus enemigos.
Según las autoridades rusas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y algunos países árabes del Golfo Pérsico están preparando una intervención militar contra Siria, considerando el supuesto éxito de su operación en territorio libio. Pero en ese caso, la intervención saldrá desde Turquía, y lo asegura el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev de esa manera: “Esta vez las principales fuerzas de ataque no serán provistas por Francia, Gran Bretaña e Italia, sino probablemente por la vecina Turquía, que compite con Irán y tiene enormes ambiciones”. Oficialmente, se quiere castigar al gobierno de Siria por la opresión a su pueblo (como fue el caso de Libia), pero en el fondo, lo que se quiere es lograr que ese país dé marcha atrás en su intento de aliarse a Irán (el principal enemigo y “eje del mal” de Estados Unidos e Israel en la zona).
Específicamente, se cree que Estados Unidos y Turquía pretenden definir algunas zonas de exclusión de vuelo, para el entrenamiento y la concentración de rebelde sirios, a la manera del CNT libio. Lo que se pretende entonces, es lograr un control en la zona, no descartando medios bélicos, con el apoyo de otros países deseosos de pertenecer al club de los poderosos, olvidando que tarde o temprano, también pueden salir perjudicados.
Si miramos un poco atrás, la intervención en Afganistán no pudo realizarse sin la ayuda de Paquistán que quería limpiar su imagen exterior, adquiriendo una etiqueta de “país democrático”. Pero nada más contrario a ese deseo es el trato brindado a ese país, de parte de Estados Unidos. Primero, si recordamos al entonces Secretario de Estado Collin Powell, ése dijo en un reportaje que durante las negociaciones, solo se leía el interés por el dinero en la frente de una autoridad paquistaní (nada más vergonzoso, indignante, y hasta de falta de tacto –de diplomacia en su caso-). Seguidamente, el pueblo de Paquistán ha sufrido los efectos negativos de esa agresión, a través de los denominados “daños colaterales”, con la pérdida de vidas humanas. Finalmente, se puede afirmar que Paquistán no pudo beneficiar de la confianza de Estados Unidos, ya que cuando fuerzas de élite de Estados Unidos abatieron a Bin Laden el 2 de mayo del 2011 en su territorio, la decisión fue tomada sin contar con el apoyo de aquel país asiático, porque para el éxito de la operación, era mejor no contar con las autoridades de aquel país asiático. Se necesita discreción, y para ello había sorprender hasta las autoridades paquistaníes que tuvieron que resignarse mirando como las autoridades americanas han planificado el asesinato de su enemigo más buscado, y lo han ejecutado en su territorio, sin su permiso.
Ahora, a Turquía no se le puede negar el derecho de pertenecer al club de los poderosos del mundo que encabeza Estados Unidos; tampoco se le puede negar su deseo de ocupar una posición estratégica en la zona; su pertenencia a la Unión Europea (que viene deseando desde el 12 de septiembre de 1963, cuando firmó el Acuerdo europeo, o de Asociación), defender sus principios democráticos negando su responsabilidad en el genocidio armenio de 1915, como lo sigue sosteniendo Francia. Lo que Turquía no puede hacer es pretender lograr sus objetivos, perjudicando a otro país hermano. Así, no: la historia puede repetirse.

domingo, 1 de enero de 2012

Otras Noches Viejas

Siempre que se acercan las festividades de fin de año, aparecen personas con la curiosidad de saber cómo se celebra la Noche Vieja allá o acullá. Puede que no nos demos cuenta, pero dentro de esa diversidad de celebraciones, existe una unicidad en los actos ya que hace tiempo que existe el afán de consumismo, agudizado con la globalización. Como la San Silvestre (Saint-Sylvestre en francés) se resume en despedir el año que se acaba para recibir uno nuevo, la tendencia casi generalizada es la de querer pasar un nuevo año mejor que el anterior. Que hayamos tenido un buen año, o no. Y aunque sabemos que no existe la perfección, cada uno de nosotros tiene la intención de tener, junto a los seres queridos, un año de: felicidad, de prosperidad de salud, de larga vida, etc.
Sin embargo, una cosa es el deseo que tenemos, y otra cosa es su cumplimiento. Por eso, en ocasiones, nos invaden unos sentimientos contradictorios de alegría y tristeza, de seguridad y miedo, de optimismo y pesimismo. Esta mezcla de sentimientos contradictorios que se intensifica en tiempos de crisis, favorece a su vez todo tipo de supersticiones: en pocas palabras, muchas creencias religiosas se transforman en un paganismo consciente o inconsciente.
De esta manera, persiguiendo el cumplimiento de todos esos deseos, tanto a nivel global, como regional, local o personal, nos disponemos a ejecutar todo lo que nos planteamos como proyecto, a través de lo que consideramos “nuestra tradición”. Y digo “nuestra tradición”, porque da lo mismo que sea “nuestra” o de “otros”, si de lo que se trata es triunfar. Como ejemplo, algunas personas han cambiado sus hábitos alimenticios comiendo pavo porque “es lo que se come en Estados Unidos”, sin tener en cuenta la diversidad que caracteriza ese gran país. Por eso, queremos comer, vestirnos, comportarnos, etc., según lo que consideramos puede favorecer el cumplimiento de nuestros deseos. Pero, si nos ponemos a averiguar lo que llamamos nuestras tradiciones, nos damos cuenta de que todo se resume en un consumismo descontrolado, desenfrenado, porque en muchos casos, lo religioso se traslado a un segundo plano, y nada tiene que ver con la religión que se practica. Veamos:
En países musulmanes como Túnez, Marruecos, Senegal, o Malí por ejemplo, la San Silvestre no tiene nada que ver con la religión, sino con el aspecto comercial que se sustenta en la publicidad. Pero su grado de aceptación no es el mismo en las grandes ciudades como en los campos. En esos países, los que se consideran más liberales se dirigen hacia discotecas, restaurantes, dispuestos a comer lo que hay que comer, y beber champán (una cosa es ser musulmán, y otra cosa es ser practicante); aunque la mayoría de los que celebran la San Silvestre lo hacen en familia, a través de sus platos favoritos: platos autóctonos, mariscos (como en España), pollo con patata, hasta un simple té. Lo importante es que a esa fecha, es difícil hacer la distinción entre practicantes de una u otras religiones, cuando algunos católicos se dirigen primero hacia sus iglesias, entre las 22 y las 24 horas, para luego dedicarse a sus distintas actividades.
La indistinción entre prácticas religiosas no es algo nuevo, ya que se trata primero de celebrar lo que empezó por el nacimiento del Niño Jesús (hijo de Dios para algunos, y Profeta para otros), nacido el 25 de diciembre en un sitio conocido como Belén por algunos, y como Bethlehem por otros. Luego, según las creencias, el niño fue bautizado (aunque ya mayor) el 1 de enero, siguiendo quizás la tradición musulmana según la cual el niño se bautiza al octavo día de su nacimiento.
Pero en otros países también musulmanes como Mauritania, lo normal es celebrar la San Silvestre en familia, ya que a las 24 horas todas las discotecas están cerradas, y después de esa hora, cualquiera puede ser arrestado por la policía. Aquí, hasta las actividades organizadas por los jóvenes pueden estar bajo control, prohibidas después de las 24 horas. En otros países, influyen más las razones políticas para enturbiar las festividades. Es el caso del Congo donde después de las elecciones consideradas de fraudulentas por algunos, los ánimos (pero sin olvidar también los bolsillos), no están para ninguna fiesta, aunque la costumbre es celebrarlo a lo grande.
Como podemos ver, las razones, muchas veces son diversas para celebrar el cambio de año. En Cuba por ejemplo, por coincidencia de fecha, o por casualidades de la vida, lo que se celebra mayoritariamente es el triunfo de la Revolución. Por eso algunos extranjeros muestran su extrañeza, y entre sus palabras se puede escuchar, “en mi país no se celebra así”, o “en mi país se celebra mejor”. Se pone de manifiesto el carácter consumista de la época, donde no sólo se quiere comer o beber una cosa u otra, sino también estrenar una prenda u otra. Se piensa que todo se hace mejor donde se cree que los medios están al alcance; de ahí que todos los pensamientos se dirigen hacia la familia, los seres queridos, etc. Más aun, en algunos países, después de garantizar la parte materialista del asunto, se decide mirar hacia la parte idealizada para satisfacer sus deseos sexuales. Y así, no importa que se tenga pareja o no, que se esté casado o no; lo importante es empezar bien el nuevo año, aunque sea engañando a la pareja.
Pero en realidad, lo importante es pasarlo bien, solo o con la gente deseada o querida, pensando en el resto del año, y en el otro nuevo año que ya está a la esquina. Lo importante es saber también que a pesar de todo, importan poco los medios de los que disponemos: pasará la noche de fiesta, y amanecerá dondequiera que hayamos pasado la noche, que hayamos dormido o no. Así, intentaremos de controlar las cuestas de enero que parecen instalarse, para todo el año. Mis mejores deseos de felicidad para todos, y para todas.