viernes, 14 de enero de 2011

Vivir Para Ver

Los recuerdos me vienen desde la ya lejana fecha de noviembre de 1987 en La Habana, cuando frente a un televisor fabricado en la ex Unión Soviética (URSS), me enteré con mucha sorpresa del cambio de régimen en Túnez. Si no me equivoco la noticia fue anunciada por el periodista cubano Ismael Tantaw en una sección del programa mañanero de la televisión cubana de última hora denominado “en caliente”.
Fue una gran sorpresa ya que dábamos por sentado que el entonces presidente de Túnez, Habib Bourguiba nacido en 1903, y presidente del país desde 1956 era insustituible, por ser el “padre de la nación”. Pero esa idea se había venido manteniendo, descontando los deseos del ahora huido ex presidente Ben Ali que llegó al poder de la mano de su mentor Habib Bourguiba.
Hasta entonces, Habib Bourguiba había dirigido el país con el apoyo de los países occidentales que denominaban su régimen de partido único de laico, occidentalizado, y más sociable, del Magreb. Pero era también el régimen más conocido por su anticomunismo. Eran razones suficientes para justificar las distintas violaciones de derechos humanos llevadas a cabo por el régimen. Las violaciones se sabían, pero era difícil denunciarlas; por eso al apartar a Bourguiba del poder, Ben Ali fue considerado como el hombre de cambio, y hubo una división de opinión para denominar su gesto que para algunos fue un golpe de Estado en toda regla, y para otros, una simple maniobra hábil. Esa última opinión se refería a que Ben Ali justifica su gesto por la avanzada edad del que lo llevó a su gobierno, y que acusaba de tener una demencia senil; de ahí que se suavizaba también el gesto denominándolo como un golpe de Estado sanitario. Por otra parte, él criticaba la intención de su predecesor de querer permanecer en el poder de manera vitalicia.
De esta manera, Ben Ali fue aceptado por casi todo el mundo, y ha venido siendo reelegido con más del 90 % de los votos (durante cinco veces ya), olvidando su propuesta de reducir el mandato a tres. Él ha venido utilizando artimañas que le han permitido agarrarse al poder, y ser aceptado por Occidente por su decidida lucha contra el “fundamentalismo islámico”.
La historia de Túnez ha conocido dirigentes que han venido justificando el miedo al otro como política; pero ha demostrado también que no siempre se puede engañar al pueblo. Por eso esta vez la sorpresa ha llegado de la mano de los ciudadanos. Si con Habib Bouguiba, la lucha era contra los comunistas, con Ben Ali los enemigos fueron los islamistas. ¿Quiénes serán los próximos enemigos? Vivir para ver.