jueves, 17 de enero de 2019

La Fontana di Trevi, leyendas a favor y en contra de los más pobres.


La Fontana di Trevi, leyendas a favor y en contra de los más pobres.
El lunes 14 de enero de 2019, nos hemos despertado con la noticia de que “las monedas recogidas en la Fontana de Trevi ya no serán para Cáritas”, que “Cáritas se queda sin las monedas lanzadas a la Fontana di Trevi”, etc., a partir del venidero mes de abril de 2019.  
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Turistas frente a la Fontana di Trevi
No es un secreto para nadie que con el tiempo, la Fontana di Trevi se ha convertido en la referencia  turística más reclamada de toda visita a la ciudad de Roma que se precie. Y para que fuera así, se ha perpetuado la leyenda de que los visitantes deben tirar monedas a la fuente, con el resultado de que una moneda tirada fuese suficiente garantía para volver a visitar la ciudad de Roma. Las personas más afortunadas en el amor por un lado, son las que tiran dos monedas a la fuente, ya que pueden encontrar el amor de un italiano o de una italiana; mientras por otro lado, las parejas que llegaran a tirar tres monedas se casarían entre sí.   
Desde sus inicios allá por 1629, la Fontana di Trevi se ha rodeado de leyendas relacionadas con la Iglesia debido a que:
1.     Se sostuvo que la localización de aquella fuente de agua por los técnicos romanos había sido posible por la “ayuda de la Virgen”.
2.     Y que en su visita al Papa Pío IX en 1867, la emperatriz Carlota de México se había curado de su locura, bebiendo la “única agua no envenenada” de Roma, la de la Fontana di Trevi. 
Pero admitiendo el dicho popular según el que “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, es necesario subrayar la estrecha colaboración entre la Iglesias y las autoridades de la ciudad de Roma en las distintas obras acometidas en la Fontana di Trevi.  
Pero las monedas tiradas a la fuente constituyen ahora la fuente de discordia entre ambas instituciones que alegan servir a las personas más necesitadas. Y es que esas “monedas” que van aumentando cada vez más, ya parecen demasiadas para cubrir sólo los intereses de las personas más pobres de la ciudad, cuando se sabe que pueden alcanzar la suma de un millón de euros al año.
Así, desde el año 2001 hasta la fecha, las monedas estaban destinadas a Cáritas (dependiente de la Iglesia Católica), con el beneplácito del entonces alcalde de la ciudad de Roma, Walter Veltroni. Pero ahora, la nueva alcaldesa (Virginia Raggi) ha decidido que su alcaldía debe quedarse con esas monedas a partir de abril de este año: un recorte importante para Cáritas porque esas monedas constituían una parte considerable de su presupuesto.
Se trata de una medida paradójica ya que por un lado pudiera considerarse como beneficiosa para las personas, pero por el otro, pudiera afectar el futuro de esas personas, con una advertencia de la Iglesia de “reducir o cerrar muchos servicios para los pobres”, y la inseguridad de reabrir esos servicios de parte del consistorio de Roma.
Mientras sobrevuela sus cabezas esa inseguridad, las mismas promesas de “ayudar” a las personas pobres les abocan a otra amenaza: una peor que les deja a los pies de los caballos, frente a las distintas formas de populismo que sí encuentran la razón para excluir algunas de esas personas, exigiéndoles requisitos difíciles de cumplir.
La propia decisión del consistorio de Roma puede ir en esa dirección al querer retomar el control, y llevar a cabo  una “mejor gestión” de las monedas recogidas, recortando los beneficios hacia otros colectivos. Otro suceso como el ocurrido el 17 de octubre de 2017, llama también a tener en cuenta y reflexionar sobre esa amenaza. Aquel día, el ultraderechista Graziano Cecchini decidió teñir de color rojo la Fontana di Trevi, para protestar contra esa política de ayuda a las personas más necesitadas. 
Hasta ahora, todas esas políticas (buenas y malas) se han venido adaptando para un supuesto bien de los pobres. Y aunque dichas políticas puedan ser perjudiciales, se decide adaptarlas para "el bien de los los pobres", dándoles un sentido social sabiendo de antemano que pueden beneficiar a algunos colectivos y perjudicar a otros.
¡Hace falta una verdadera política de ayuda diseñada  para la seguridad y la cohesión social, y no una que deje a las personas pobres a los pies de los caballos!

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